Fundo todo lo que toco. Lo desgasto. Y a una velocidad pasmosa.
Me obsesiono con historias, vidas ajenas, propias, hombres, ojos, miradas y voces. Y las fundo. Investigo hasta saberlo todo, sueño con ellos hasta la saciedad. Vivo a mil revoluciones, con la mente en todos lados y en ninguno, dibujando infinitas realidades paralelas.
Ojalá entrase alguien en mi mente algún día, y sacase algo en claro. O al menos, que alcanzase a sentir cómo me siento yo, cómo siento la música, las películas, los libros. Daría lo que fuera por compartir eso. Por mirar unos ojos bonitos, y que sintiese lo mismo que yo al mirarle. Escuchar una canción, y que dancen por mis dedos las sensaciones, liberándose al tocar a alguien, recorriéndole como hacen conmigo. Rememorar una escena, una situación, y que todo se ponga patas abajo, que me olvide de dónde estoy y con quién. Y todo eso sin parar, una y otra vez, da igual lo que esté haciendo en ese momento.
Pero odio que mi mente vaya más rápido que mi lenguaje, y que haya tantas cosas que soy incapaz de expresar.
Me encantaría poder evitarlo, haría las cosas más fáciles, pero... ¿qué sería de mí sin mis sueños? ¿quién soñará por mi?
Hasta que encuentre la horma de mi zapato. Y un día alguien lo hará conmigo.
"Somos hijos de un dios menor, remendamos nuestro error dibujando en nuestras mentes un mundo mejor"
No hay comentarios:
Publicar un comentario